A propósito del comentario del señor De la Regueira.
En primera instancia es necesario aclarar, por si no quedó comprendido suficientemente en la versión 2.0, que la muestra de underwear se obtiene solo de aquellas personas que han estado vinculadas afectiva y/o sexualmente conmigo, por ende, no requiero de ningún underwear que no cumpla este primerísimo parámetro de selección. En segunda instancia, y no menos importante, es mi objetivo, que se concentra en satisfacer la ansiedad por conocerme y, por ahí derecho, conocer a mis amantes. Esto me place de manera infinita pues se completa el gozo que alguna vez compartí con ellos. Sumado a esto debo agregar que mis pretensiones con el estudio distan de configurar algún tipo arte premonitorio a partir de la vestimenta o “lanificamancia”, ni tampoco una “lanificalogía” de la ropa interior. El postmodernismo me licencia de reinventarme todas las palabras que quiera y acomodarlas como me de la gana.
Ahora sí, hablemos del método de estudio. El procedimiento fue algo mas o menos intuitivo. Mas, por lo espontáneo del caso, por lo de los sentimientos conjugados, pasiones, afecciones, sicopatologías, y demás cositas que hacen triste o divertida la vida; y menos, porque gracias a Dios –sí, soy creyente– algunas personas se ocuparon en estudiar las relaciones entre los objetos, el arte, la belleza, la creatividad, la forma, la mímesis y la experiencia estética, en fin, todas esas cosas que me resultan muy interesantes.
Desde el momento de mi encuentro con ese primer underwear comprendí que la función primaria de protección y soporte del miembro viril había casi desaparecido, pasó de ser un signo funcional a un símbolo. Seguido viene la pregunta ¿Símbolo? ¿Qué clase de símbolo? Entonces recurro a mis amigos Baudrillard, Barthes, Eco, Gombrich, Tartakiewicz, entre otros, y me salvan la patria… o me la complican un poco –la vida es así, no la he inventado yo– En consecuencia asumo el underwear como indicio, como objeto de deseo, de seducción y como otras tantas cosas que lo convierte en trofeo, en reliquia, en terapia. Estudio entonces las formas, los estilos, la antigüedad, el valor, los sujetos que lo portan y, obviamente, la historia con ellos.
Hay suficientes de piezas para escribir las observaciones en la serie “Underwear” –pueden hacer acto de fe porque no precisaré la cantidad que poseo, para evitar cualquier tipo de prejuicio– En la medida que las detecte escribiré mas versiones.
El estudio concluirá cuando la muestra de underwear se exponga al público con el nombre de “¡Ay hombe!”. Estarán cordialmente invitados.